Bruno

Brunito era un perrito que vivía en la colonia donde nosotros estamos; se la pasaba en la calle. Luego lo adoptó mi abuelita, pero como Brunito es muy imperativo, la llegó a tirar varias veces, así que finalmente pasó con nosotros. Desde que se conocieron, Bolita y Bruno hicieron “clic,” y eso nos facilitó mucho la interacción.

Pero básicamente, esa es la historia de Brunito: él vivía en las calles, comía lo que encontraba — si es que encontraba — porque es un alma libre. A él le encanta estar en la calle, ir solito y ni siquiera regresar. Cuando mi abuelita lo adoptó, lo dejó estar en su casa, pero fue todo un relajo porque siempre ha sido muy, muy imperativo. No es que sea chico, es que es muy imperativo.

Al final, decidimos adoptarlo nosotros para que estuviera bonito con nosotros. Desde que tenía como nueve meses más o menos, y ahora ya tiene dos años, lleva un año y un poquito más con nosotros. Su vida cambió 360 grados cuando llegó a la casa. Nosotros lo empezamos a entrenar, luego se adaptó a los entrenamientos de Bolita, y ahora es otro perrito: puede estar dentro de la casa y todo está muy tranquilo.

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